Historias

Hay cosas que uno entiende de la nada, cosas complejas que no necesitan explicaciones, pero hay otras que son simples y planas, esas son las que terminamos de entender hasta que la vida ha caminado lo suficiente como para cerrar la historia que se pudo formar a partir de ayeres.

Hoy no hubo esperanzas, no hubo una sola sonrisa del alma. Hoy pasé el día melancólica mientras luchaba por alejarme de la fluoxetina, y es que ¿cómo no iba a estar triste si es 30 de marzo? ¿Cómo evitar la melancoía si el día está seco? Hoy no hubo tregua entre la vida y yo.

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Hoy no moví un solo dedo del sofá hasta que desperdicié el día entero en analizar qué hiciste (¿haces?/¿harás?) con mi amor. Hoy tuve una crísis obsesiva por observar qué forma de eutanasia tratamos de hacerle al amor.

Y pienso, mientras me doy cuenta de que los arboles engullen al sol, que a mí ya no me extrañaba que no llamaras diario para ver cómo estaba, que hacía meses que no me dabas flores, que tenía aún más tiempo que no inventabas historias para hacerme reír mientras nos acurrucabamos en un rincón de la cama y que también llevabas meses sin preguntar "¿cómo te sientes?".

Y sigo pensando que es atemorizante descubrir indicios de que algo que conocías a la perfección en realidad era distinto. ¿Cómo me amabas? ¿Cómo malgastaste nuestro amor?

Y lloro acurrucada en el mismo sitio que atestiguó por años nuestros rituales, que conocía mejor que nadie este ridículo e impredescible juego que tendemos a llamar amor.

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Simplemente lo supe, no tuve que pensar más, apareció en mi mente como si siempre hubiera estado ahí:

Está en el portavelas que me regalaste cuando te dije que quería ser dueña de una estrella, en las fotos, saliendo por tu boca en forma de canción, en tu afán por conseguir siempre todo lo que te propones, está en tu habilidad para conocer mis sentimientos a partir de cómo tomo mi café, en tus lágrimas sobre mi pecho cuando la vida te golpeó con tantas responsabilidades que no tenías la madurez de sobrellevar, en las divinas palabras que gritabas a los cuatro vientos cuando el alcohol te permitía decirlas con la misma convicción que yo las decía en medio de mi sobriedad, en el interés irritante que ponías en saber si ya había tomado mis pastillas... en haberte acordado que hoy es 30 de marzo, está en el mensaje que mandaste a mi celular preguntado, entre otras cosas "¿cómo estás?" Está en la sonrisa que me arrancaste en cuanto lo leí.

Y, absurdamente, sigo llorando mientras la fluoxetina me ve burlona desde mi bolsa, porque la historia ya está cerrada.


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Escucho: I hate you, then I love you - Sarah Brightman & Andrea Bocelli

Siempre



Siempre cazando estrellas... siempre conmigo corriendo a recogerlas.

Cuándo creí que iba a tu espalda fue porque no comprendí que preferías que los agravios te pegaran en la cara a exponerme a ellos...




























Pero, al finalizar el día, resulta que estamos igual de alejados que el cangrejo y las estrellas.

A la playa...


Seeeeee, así es, de nuevo me voy a mi lugar de pasiones y entregas.

Iré a refugiarme en un lugar que me da alergia con la única y exclusiva razón de alejarme del negro que ha estado rodeando mis días.

Estaré fuera de "alcance" unos días, pero espero llegar renovada y con las ganas de empezar (de nuevo) desde cero a contruir mi vida que parece estar haciéndose jirones.


Ahhhh, no me hagan caso, es "la calor".







ChOpAn.- Te adoro desgracia´o

Elena.- Qué puedo decir de tí, amiguita?

Zaaaaark.- Eres lo máximo, te quiero, te adoro, te, te te.... te platico luego.

Lichis.- Ahhhh la vida no sería la misma sin tí.

Jaba.- De nuevo al mismo juego, tú ganaste... tenías razón, como siempre :-(

Otro del taller.

Este es otro del tallercito. Nos dieron unos papelitos en los que había palabras, y con esas palabras teníamos que formar versos. Las reglas eran no agregar palabras que no estuvieran en los papeles y no variar la palabra (si decía cansado no podíamos usar cansada o cansadísimo, etc.) Aquí les dejó las cosas absurdas que formé (absurdas absurdas pero me agradan XD)



Hielo blanco, cual envejecida flor,
que cansado de alegrías
vuela muerto y despierta
rodeado de sueños amarillos,
fríos, apagados.
Hielo hermoso que descansa
entre estrellas y al despertar
ensucia cuerpos,
se vuelve santo, se vuelve rojo,
rojo violador, ola diligente.
Se vuelve admiración.

Otra vez

Otra vez a gritarle a las banquetas,
a pedir perdón a las estrellas,
a exigirle seguridades a la luna
y a vender colores a los arbustos.


Y es que, otra vez debo descubrir
que las oportunidades no tienen tiempo
pero sí caducidad.

Mi ego.


Ujuuuuus Posted by Hello


Así anda mi ego hoy. Lo siento, tengo que encontrar la manera de subirlo. No está acostumbrado a estar desinflado.

Para disfrutarte


He llegado a la conclusión de que la única manera de disfrutarte correctamente es saberte lejano y saberte prestado. Sólo de esa forma sé que te deseo y que te quiero. Y sólo de esa manera sé que estoy terriblemente sola entre otros brazos.

Apenitas salió del taller.

Pues, aquí les dejo un cuento corto que apenas salió de mi tallercito de literatura. Les debo contar cómo le escribí para que me cachen el punto. El maestrito (missesito pa´ mi XD) nos indicó que debíamos hacer un cuento sobre la persona que teníamos enfrente de nosotros, a mí me tocó escribir sobre Ezequiel, un chico que grita REVOLUCIÓN a los cuatro vientos y que tiene un aire de inconformidad social que no puede evitar ¿Las condiciones? Tuvimos sólo 5 minutos (que en realidad fueron como 8), así que aquí les dejo lo que yo escribí y espero que les guste. No hay modificación alguna, lo que logré escribir en esos minutos está aquí textual:

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La historia de Ezequiel empezó como muchas otras: un padre trabajador, una madre entregada y una infancia repleta de imaginaciones, juegos sobre la acera y vecinitas fastidiosas.

Ezequiel, como cualquier niño ordinario, tenía un vecino de banqueta (porque en ese lugar todos los niños tenían su pedacito de calle) que a diario le repetía las historias recicladas de su hermano. Le contaba sobre lugares donde estaba prohibido comerse la comida de los hermanos mayores, donde golpearlos era causa de muerte y todas esas cosas interesantes que un par de niños inteligentes se cuentan entre juegos de banqueta.

Carlos, el amigo de Ezequiel, tenía una extraña fijación por parecer más alto, fuerte, grande y rudo de lo que en realidad era; escondiéndose detrás de unos negros armazones y protegido bajo un velo de intelectualidad arrastró a Ezequiel a lugares poco conocidos y francamente terroríficos de los que raramente lograban salir bien librados. Fue así como conociero a Rin tin tin, Chabelo y las Marchas estudiantiles. Vistiendo mantos de fraternidad Ezequiel y Carlos juraron (durante muchas canicas) que serían amigos por siempre, que jamás dejarían que una niña fastidiosa los separara y que jamás renunciarían a sus sueños y a sus valores. Juraron ser leales, honestos y respetuosos por siempre y, sobre todo, a aprender a jugar canicas tan bien que las ganarían todas.

Corrieron los años, pasó mucho tiempo, y hoy Ezequiel y Carlos se han reencontrado; tras 3 divorcios, muchos líos de faldas, varios años de evasión fiscal y casi 15 años de laborar en el mismo lugar, ellos se abrazan en el vestíbulo del edificio regional del PRI y recuerdan que lo malo de los juegos de banqueta es que cuando uno se empieza a hacer bueno en eso, de pronto la infancia se escapa y echa a volar en alas de la soberbia al hogar de la arrogancia.


Josephine

De vez en vez

De vez en vez
me gusta jugar,
y de vez en vez
me vuelvo a enamorar.
¡Diablos, yo sólo quería jugar!