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Soy de esas vidas que se juegan la cordura por lo que quieren y por lo que creen. Prefiero darme un madrazo bien acomodado si considero que vale la pena, que quedarme cruzada de brazos.

Lamentablemente, a veces los madrazos saben ricos y parece que no entiendo...

Hahaha, no importa, al fin y al cabo, hay veces que antes del madrazo intuyes la derrota.

Sólo puedo hacer aquello que un querido amigo me recomendó alguna vez: Aléjate silbando... disfruta el madrazo.

Y por alguna extraña razón, no sé por qué estoy tan tranquila ni por qué lo estoy disfrutando tanto.