Agora


Luché durante algunos meses contra estas ganas absurdas de querer necesitarte. No, no, nunca te necesité pero tenía unas ganas furiosas de hacerlo. Y hace unos días entendí que lo que de verdad necesito es que respeten mis silencios y mis espacios aunque no los comprendan. Que no alteren mis rituales y respeten a mis obsesiones. Ya no tengo que luchar contra las ganas de querer necesitarte y de repente lo extraño. Sobre todo ahorita, que soy una gelatina emocional y tengo el sentimiento de orfandad a flor de piel. Tal vez por eso ya no lucho.

Y anoche me escapé. Nunca me había escapado así, sabiendo que si me cachaban todo se iba al diablo. Nunca me había sentido tan prófuga y tan libre, tan asustada y con tantas ganas de seguir pisando el acelerador. Porque a fin de cuentas eso era lo que me motivaba. Iba rápido, a escondidas y asusta a que se me quitara lo escondida y asustada comprobando que sí iba rápido.