La llamada maldita

Hoy recibí una llamada que me dejó acongojada toda la tarde. Quien hablaba al otro lado de la línea era un viejo "amigo" con el que estuve saliendo un tiempo. La conversación fue más o menos así:

Él - Hola chiquita ¿cómo has estado?
Yo - Bien, bien ¿tú?
- De maravilla, deseando saber de tí.
- Ah, mira... Disculpa, pero ¿quién eres? -mentira vil, lo supe desde que contesté el teléfono, pero necesito tiempo para salir del shock.
- Pensé que me habías reconocido, soy José
- Ahh ¡Hooola! ¿Cómo te va? -maldito desgraciado ¿cómo crees que no te iba a reconocer, aún después de tanto tiempo de no hablar, reconocería tu voz aquí y en China).
- Bien, acordándome de tí. Tenemos rato de no hablar
- Bastante -Ahhh para ese momento yo ya deseaba sacarle los ojos, pasé de la impresión a la confusión, y en ese momento estaba en el rechazo.
- Qué rápido se pasa el tiempo ¿no?
- Demasiado -Sí, claro, para tí que no tuviste mi recuerdo en la cabeza a cada rato, para la parte que recuerda es más lento el paso del tiempo.
- ¿Cuánto tenemos de no hablar, chiquita?
- Mhm como 8 o 9 meses ¿no? -¡Fueron más de 10 bastardo!
- Sí, ya tiene rato ¿y de no vernos?
- Mhm ¿qué será? ¿Como un año? -¡Casi año y medio baboso!
- Sí, algo así ¿Cuándo nos vemos, linda?
- Haha ¿como para qué me quieres ver? No creo que sea buena idea.
- Te quiero enseñar algo
- ¿Qué? (Ahhh Josephine ¡cállate, no dejes ver tu interés!
- Mi nuevo carro.
- A menos que me lo vayas a regalar, no veo otra razón interesante para verlo.
- Mhm, no te lo regaló, pero podemos ir a varios lugares.
- No, gracias, paso -¿Acaso crees que soy bruta? Me engañaste una vez, ahora lo sé y no permitiré que vuelvas a hacerlo.
- Ay linda ¿por favor?
- Sabes que me choca que me digas así.
- Está bien chiquita, no te vuelvo a decir así ¿Cuándo nos vemos?
- No quiero verte.
- Pues, tal vez te convenza si te digo que este carro es especial. No se parece en nada a mis carros anteriores.
- ¿Te compraste un Lamborghini? Así sí me interesa verlo.
- Jajaja, no, no es un Lamborghini, es un Thunder normalito.
- Ahh, entonces sí paso.
- Pero no te he dicho por qué es especial: Mis carros anteriores tenían dos dueños, éste sólo tiene uno.
- ¿Qué? -Con ojos de plato y taquicardia- ¿Cómo? ¿Cuándo?
- Te cuento cuando te vea ¿Cuándo será?
- Debo irme -cuelgo el teléfono.

Fue mi deseo platónico mucho tiempo. Lo conocí en una cafetería a la que me gusta ir a escribir. Platicamos, intercambiamos deseos y teléfonos. Salí con él unos tres meses hasta que supe que estaba casado. Él ni siquiera intentó darme el pretexto trillado de "tenemos muchos problemas" o el de "estamos a punto de divorciarnos" y yo no sé si le estoy agradecida por no haberme dicho eso o si se lo reprocho. De cualquier manera, yo supe (de la misma fuente) que amaba a su esposa y que tenían un hijo, así que con todo el dolor y despecho de mi corazón, me alejé. No me dolió el alma, no lo amaba, ni nada por el estilo, más bien me dolió el ego.
Lo cierto es que, contrario a todo lo que me hubiera gustado sentir, saberlo divorciado me hizo desear verlo, oirlo y sentirlo de nuevo.