La invasión

Pues, como miembro honorario del "Club del Grinch" me declaro en huelga por la invasión que está sufriendo mi casa debido a las próximas fiestas navideñas.

Siempre he sostenido que la mamá no es normal, se vuelve loca con las fiestas decembrinas, loca al grado de que ha convertido mi casa en una villa navideña tipo película de Tim Allen. Para que comprendan mejor mi preocupación, les contaré:
La mamá no se limita a poner un árbol de navidad, cuanto pino, arbusto o ramita encuentra en el jardín sufre el tremendo castigo de ser portador de miles de foquitos rojo, azules, blancos y verdes, sólo le falta adornar con series multicolor las rosas del jardín pero creo que no lo hace por miedo a que crean que es una fanática navideña; tampoco se conforma con adornar la sala, o el comedor. Noooooooo, la mamá tiene que cambiar toooodos los adornos de tooooda la casa, es así como todos los portaretratos tienen que hibernar para darle paso a los que están adornados con arbolitos, copitos de nieve, osos polares muy a lo "Coca-Cola", Santas, muñecos de nieve, etc, además, la mamá no sólo pone juegos de baño de navidad (gracias a algún poder divino no de los típicos en los que aparece un Santa Clós (sí, santa clós y no santa claus) por un lado y por el otro el mismo diseño con los ojos cerrados como por una intoxicación de pompas, la mamá nos pone toallas de navidad a toda la familia. Tengo la sospecha de que si no ha cambiado las toallas sanitarias por unas con diseños navideños es porque no existen.

Así pues, creo que ustedes comprenderán mi preocupación si les cuento que en el último viaje que hizo, cuando la fuimos a recoger al aeropuerto, la hermana y yo nos alarmamos sobremanera al ver 3 cajas muy grandes como para ser chucherías para nosotras y muy pequeñas para ser ataúdes, entonces ¿qué contenían las misteriosas cajas? Fácil, en una había un Santa Clós ¡en un trineo! La segunda contenía un Santa Clós que se puede atorar en las escaleras y parece que está trepado al barandal (al que por cierto, para mi infinita alegría y para la infinita desdicha de mi mamá, mi perra ya se encargó de dislocarle la cadera), y la tercera era la enorgullecida portadora de 250 velitas navideñas ¡para regalar a sus clientes!

Por lo tanto mi casa parece una imitación extraña del Polo Norte y espero que ustedes comprendan mi preocupación: En mi casa ahora hay la fabulosa cantidad de ¡7 Santas! Y si todo acabara ahí no habría problema, pero la mamá se "toma la molestia" de contagiarle el espíritu navideño a mi cuarto, así que no hay lugar de paz en mi casa.

Bueno, voy a desahogar mis frustraciones a otro lado mientras en mi casa siguen tocando los villancicos, y es que "tenemos que sentir por todos lados el espíritu navideño".

Si ven un foco enorme en forma de casa es la mía, no se preocupen, tal vez el año que entra mandemos a mi mamá a vivir con Santa Clós para que no le haga la competencia a su villa navideña.