Las fiestas
Pues, las fiestas navideñas pasaron y yo todavía no me logro librar de los compromisos familiares, las fiestas con amistades y, sobre todo, aún no me libro de los miles de foquitos, los 7 Santas y tooodos los adornos navideños que la mamá tuvo a bien colgar por cuanto lugar encontró. Al menos, en mi casa Santa Claus tuvo la decencia de despertarse temprano y dejarme mis regalos, porque si no, ahí sí le hubiera retirado el habla.
No conformes con que tienes que ver a amigos de los amigos y primos de los primos, eso sin contar con los mugres escuincles chillones y caprichudos que abundan en mi familia (tres sobrinos a los que cariñosamente llamo "los primos del medio oriente", por eso de que me dan más miedo que Al Qaeda), también tienes que sonreírles, decirles a las mamás de los futuros terroristas del mundo que sí es cierto que sus hijos son encantadores y encima de todo, comerte el maldito aderezo de Philadelphia y vino tinto que hizo el primo que se cree chef.
Eso no sería tan malo si no fuera porque uno siempre puede contar con que lo hará por partida doble, sí, leyeron bien, doble: media noche en casa de la familia de mi mamá y el resto en casa de la familia de mi papá. Y pues, aunque la familia de mi papá es chidísima y mis primos (de la parte paterna) son las personas más cagadas del mundo es difícil llegar de buenas después de haber convivido con los Bin Laden y sus aún más perversos padres.
La ventaja palpable es que siempre puedo contar con que soy la nieta más pequeña de las dos familias (los bisnietos Bin Laden que vayan y molesten a sus terroristas padres) y que, ante todo, me consentirán y me atascarán de regalos.
Bueno, por lo pronto yo ya me harté de los besos, abrazos, buenos deseos y sobre todo del pavo, así que me dedicaré a hibernar de aquí al 31.
Espero que ustedes se la hayan pasado bonito y si no, pues chin marin, cada quien como pudo.
Ahh, claro, y ahora sí, como dijo Cannabia "Coman mucho, tomen mucho y que la cruda les sea leve".
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